viernes, 31 de julio de 2015

LA LITERATURA CLÁSICA VASCA

En las siguientes líneas voy a tratar de resumir la literatura vasca que se escribió entre 1545 y 1876.

Pero para entender cómo nació todo, marchémonos a la Europa del siglo XVI; a los años del Humanismo, el Renacimiento italiano y las guerras de religión; a la época en la que Erasmo, Moro y Lutero clamaban por una nueva Iglesia y el protestantismo se extendía rápidamente por todo el continente. Fue entonces cuando se empezó a traducir la Biblia a las lenguas vernáculas y cuando fruto de ese aprecio por las lenguas patrias nacieron varias literaturas europeas, entre ellas, la vasca.

Fue en ese contexto en el que un párroco de Baja Navarra empezó a escribir en dialecto bajonavarro los quince poemas y el prólogo que se publicarían en Burdeos en 1545. Aquel libro se llamó Linguae Vasconum Primitiae y con él nació la literatura vasca. Uno de aquellos quince poemas decía: “euskara, euskara, ialgi hadi mundura” (¡euskara, sal al mundo!), pero los deseos del escritor no se cumplieron, ya que unos meses más tarde empezó la Contrarreforma y, con ella, la mezcla de religión y pecado que se recogía en el libro del sacerdote y que había sido muy común en la literatura hasta esa época empezó a estar mal vista, así que su obra fue rápidamente rechazada y no tuvo influencia en los escritores posteriores.

Kontrapas, de Bernart Etxepare, uno de los 
primeros poemas en vasco.
Musicalizado por Xabier Lete


Sautrela, de Bernart Etxepare, uno de los 
primeros poemas en vasco.
Musicalizado por Oskorri


Manuscrito de Lazarraga o Dianea & koplak.
Uno de los hitos más importantes de la literatura vasca
El siguiente hito de la literatura vasca, considerado como el nacimiento de la prosa en euskera, fue encontrado en 2004 por el documentalista Borja Aginagalde en manos de un anticuario de Madrid. Se trata de un manuscrito redactado entre 1564 y 1567 y entre sus ciento dos páginas se escondía una novela pastoril (1) y cuarenta y cinco poesías, nueve de ellas en castellano. Patri Urquizu la tituló Dianea eta koplak, porque imitaba a un libro escrito en español importantísimo para la literatura europea de aquel siglo, titulado Los siete libros de Diana, escrito por Jorge de Montemayor en 1559. El descubrimiento de Borja Aginagalde revolucionó las letras vascas, ya que este es uno de los poquísimos textos que se conservan en dialecto alavés, lo que supuso dos cosas: el descubrimiento de un texto fundamental para conocer este dialecto y que se tambalearan muchas de las ideas que se tenían sobre la literatura vasca hasta aquel momento.


Joannes Leizarraga fue el primer traductor al euskera de la Historia. Después de que en 1560 la reina de Navarra Juana III de Albret, hija de Enrique II, se convirtiera al protestantismo, se planteó la necesidad de evangelizar a la población en la nueva fe, y para ello era necesario traducir los textos a los idiomas hablados por la población: el euskera y el bretón. En lo que se refiere al euskera, tal labor le fue encomendada a Joannes Leizarraga. En 1571 publicó sus tres obras: Iesus Christ Jaunaren Testamentu Berria (Nuevo Testamento de Nuestro Señor Jesucristo), Kalendrera (Calendario o Almanaque) y Abc edo Christinoen instructionea (Abc o catecismo Cristiano). La crítica siempre ha señalado el increíble mérito de Leizarraga, ya que supo resolver perfectamente los dos retos que tenía por delante: por una parte tenía que llegar al mayor número de personas posibles, pero respetando la literalidad de los textos sagrados; por otra, no existía una lengua literaria común, por lo que él mismo tuvo que crearla, cosa que solventó usando el labortano coma base pero cogiendo elementos léxicos y morfológicos del bajonavarro y del suletino. Su labor unificadora del euskera proseguirá en el siglo XVII, aunque en otra dirección.

Durante el siglo XVII la literatura vasca conocería un florecimiento sin precedentes. A lo largo de la centuria se publicarían veinte obras nuevas y doce traducciones.

La inmensa mayoría de dichas obras, se publicaron en la zona costera de Iparralde, donde surgió un grupo de sacerdotes de sólida formación con unos objetivos y unos medios para conseguirlos muy similares, a los que la crítica ha bautizado con el nombre de Escuela de Sara. Estos escritores querían publicar obras ascéticas accesibles para el gran público que transmitieran los preceptos cristianos de una forma a la vez comprensible y amena. Todos ellos utilizaron el labortano.

Pedro Agerre Azpilikueta "Axular",
la figura más destacable de la Escuela de Sara
y uno de los más importantes autoresde la  literatura vasca
Axular es considerado el escritor más importante de la Escuela de Sara y uno de los más influyentes de toda la historia de la literatura vasca. Su única obra, Gero, fue publicada en Burdeos en 1643. Este libro vendría a ser una especie de espejo en el que se mirarían muchos autores a lo largo de los siglos, y ello a pesar de las modas cambiantes de cada época.


Pero además de la Escuela de Sara, hubo algunos autores suletinos cuya aportación a la literatura vasca del siglo XVII fue relevante. El más importante de ellos fue Arnaud Oihenart.

Arnaud Oihenart es el primer escritor laico de la historia de la literatura vasca. Entre sus obras tendríamos que destacar dos: Notitia utriusque Basconiae, tum ibericae, tum aquitanicae (Historia de los dos países Vascos, de los iberos y de Aquitania), escrita en latín y, sin duda, la historia del País Vasco más crítica y más fiable de las que se escribieron en la época; y Atsotitzak eta Neurriak (Refranes y poesías, 1657), que es una obra en dos partes bien diferenciadas: en la primera se recogen refranes antiguos, mientras que en la segunda el autor nos ofrece su propia obra poética, principalmente amorosa, en la que utilizaría una métrica renovada, culta y exacta, en la línea de la tradición europea del siglo XVI. A pesar de su importancia, su obra apenas tuvo repercusión literaria ni sus ideas contarían con el beneplácito social hasta finales del siglo XX.

Y así llegamos al siglo XVIII, que supuso un estancamiento, sino un retroceso del desarrollo de la literatura vasca. La pérdida de las colonias francesas de ultramar debido al tratado de Utrech y las consecuencias de la Revolución Francesa supusieron un duro revés económico para Iparralde; mientras que en Hegoalde, aunque se produce un despegue económico, se prohíbe la publicación de todo libro que no esté impreso en castellano y debido a la expulsión de los jesuitas de la Península en 1767, apenas quedan escritores en lengua vasca, pues la mayoría de los que había pertenecían a esa orden.

Manuel Larramendi fue la figura más destacable del panorama literario vasco del siglo XVIII debido a su brillante personalidad y a la diversidad de disciplinas y saberes que abarcó. Fue un gran impulsor y defensor de la lengua y la cultura vasca, aunque escribió y publicó todas sus obras en castellano. Defendió al euskera de todos los que lo insultaban y lo descalificaban y trató de encender entre las gentes de su tierra el aprecio por la propia lengua. Ha pasado a la Historia de la literatura vasca por su importante labor como gramático, que se verá reflejada en su libro El imposible vencido, y como lexicógrafo por la creación del Diccionario trilingüe vasco, castellano y latín (1745). En torno a él se reunió un importante grupo de escritores, entre los que podríamos destacar a Agustín Kardaberaz, Sebastián Mendiburu y Juan Antonio Ubillos, interesados en convertir al euskera en una lengua de cultura.

Busto en honor a Manuel Larramendi en Andoain (Gipuzkoa)

El siglo XVIII será, además, el que vea nacer el teatro culto, de la mano de dos escritores vasco españoles: Pedro Ignacio Barrutia y Xabier María Munibe, Conde de Peñaflorida.

Por último, para acabar este recorrido por las letras vascas, nos adentraremos, aunque sea brevemente, en el siglo XIX. Es el siglo de la abolición de los Fueros Vascos, de la Guerra de la Independencia, de la Constitución liberal de Cádiz y de la división de la sociedad en absolutistas y liberales. En resumen, el siglo XIX es el final del mundo que había existido hasta entonces y el inicio de las sociedades modernas. A este período histórico pertenecen: Peru Abarka, de Moguel, del que acontinuación hablaremos un poco más, los Discursos filosóficos de Astarloa y los viajes de Guillermo de Humboldt al País Vasco.

Peru Abarka, de Juan Antonio Moguel, es la obra en prosa más relevante de las letras vascas escritas hasta finales del siglo XIX. Es una obra escrita en forma dialogada y en dialecto vizcaíno. En la obra, escrita en 1802 pero no publicada hasta 1881, se ofrece una defensa de la tradición frente al empuje de la modernidad, que se ve reflejada en la conversión del protagonista más culto, Maisu Juan, a la sabiduría popular del otro protagonista, Peru Abarka. Es una obra de defensa y alabanza hacia el campesinado vizcaíno (y por extensión al vasco), el cristianismo y el euskera.

Portada de Peru Abarka, de Juan Antonio de Moguel,
la obra narrativa en euskera más importante hasta finales del siglo XIX

Por último, hay que señalar que la literatura vasca infantil como tal (antes existieron algunos catecismos para niños) nació en el siglo XIX, de la mano de Vicenta Moguel –sobrina del autor de Peru Abarka-, la primera mujer que escribió en esta lengua. Su obra, Ipui onak era la traducción al euskera de las fábulas de Esopo.




(1) Las novelas pastoriles fueron uno de los géneros narrativos más importantes del Renacimiento. En él se contaban las desventuras amorosas de unos pastores cultos e idealizados, que vivían rodeados de una naturaleza paradisiaca. 



BIBLIOGRAFÍA:

ALDEKOA, Iñaki (2004), Historia de la Literatura vasca, Donostia: Erein
EUSKAL IDAZLEEN ELKARTEA (2011) Breve historia de la literatura vascahttp://www.idazleak.eus/espanol/breve-historia-de-la-literatura-vasca/
LÓPEZ GASENI, José Manuel (2002), Historia de la literatura vasca, Madrid: Acento
E

domingo, 26 de julio de 2015

LITERATURA ORAL

Aunque a los que nos acercamos a ella desde fuera, la cultura vasca nos resulte pintoresca y muy singular, esta no deja de ser una adaptación a las características del territorio vasco de usos y costumbres que existieron a lo largo de los siglos en toda Europa.

Un ejemplo de lo anteriormente dicho es la literatura oral, que existió en todos los lugares del mundo como forma de transmitir los conocimientos que tenía cada pueblo, aunque en ningún sitio ha sobrevivido el paso del tiempo y la llegada de la modernidad y de la literatura escrita tan bien como en Euskadi. Aunque en este caso habría que sumar otros ingredientes de diverso tipo, como que hasta el siglo XVIII la mayoría de la población vasca hablaba euskera, pero no sabía leerlo ni escribirlo y que la literatura escrita fue tardía, escasa y la mayoría de poca calidad hasta casi bien entrado el siglo XX. Así que la transmisión de todos los conocimientos de la sociedad vasca se tuvo que hacer mediante la transmisión oral. 
Los primeros testimonios de esta literatura oral que se conservan fueron recogidos de forma muy fragmentaria por paremiólogos de los siglos XVI y XVII, como Esteban de Garibay y Arnaut Oihenart y utilizados por cronistas y genealogistas como Martínez de Zaldibia o Juan Pérez de Lazaraga en sus obras. Aunque la mayoría de los testimonios que conocemos han sido recogidos en los siglos XIX, XX y XXI. Entre los distintos recopiladores de esos siglos habría que citar a Resurrección María de Azkue, Jose Miguel de Barandiaran, el padre (o aita) Donostia y Manuel de Lekuona.
La literatura oral vasca se divide en composiciones tradicionales y no tradicionales. La tradicional permanece en la memoria colectiva a través del tiempo y la no tradicional es la que se olvida una vez pronunciada. Pertenecen a la literatura tradicional en verso: los romances o baladas, y las coplas antiguas, entre otros; en prosa, los cuentos populares; y como género dramático las mascaradas de carnaval. Entre las producciones populares no tradicionales estarían el bertsolarismo y algunas formas de teatro popular de Zuberoa.




LITERATURA TRADICIONAL

En verso:

Aunque hay más, los géneros principales de la literatura oral en verso son: las kopla zaharrak o canciones viejas y las baladas o romances.

Las kopla zaharrak datan de la Edad Media y están consideradas como uno de los tesoros más preciados de la literatura tradicional vasca. Son estrofas de cuatro versos: los dos primeros tienen un carácter simbólico y metafórico – normalmente basado en elementos de la naturaleza- y en los dos últimos se centra el tema del poema. Lo más característico de ellas es la unión aparentemente ilógica de los dos primeros versos y los dos últimos. En la actualidad su vigencia es reducida –a excepción de las del día de Santa Agueda- aunque antes se cantaban en las rondas de cuestación nocturna de los días de Navidad, Año Nuevo, Santa Águeda, Carnaval o San Juan.

Tapia eta Leturia: Abadiñoko Karmentxu
(ejemplo de kopla zaharra) 

Otro de los géneros importantes de la literatura oral tradicional es la balada o el romance. Se trata de composiciones en verso de carácter narrativo que relatan, en la mayoría de los casos, acontecimientos históricos. Están relacionadas con el movimiento baladístico que se afianzó en toda Europa en la Edad Media y que ha perdurado hasta nuestros días, especialmente en los lugares donde el modo de vida tradicional ha resistido más a la vida moderna. De la mayoría de ellos solo nos han llegado unos poquitos versos, gracias a las crónicas de Garibay o Martínez de Zaldivia entre otros. El que narra el suceso más antiguo es el “Cantar de la batalla de Beotibar”. Los más famosos son el “Cantar de la quema de Mondragón” y el “Cantar de Bereterreche”. 
También son baladas los eresiak, poemas elegíacos tardomediavales narrados por mujeres y que se refieren también a sucesos contemporáneos. Los más famosos son las “Endechas de Doña Milia de Lastur” y las “Endechas por la muerte de Martín Báñez”.



Benito Lertxundi: Beotibar
Narra el suceso más antiguo aparecido en la literatura vasca oral



En prosa:

Pertenecen a la literatura tradicional en prosa los cuentos y las leyendas, que se iban transmitiendo oralmente de generación en generación.

La mayoría de los cuentos vascos son muy parecidos a los de otras literaturas europeas e incluso del mundo. Su función era servir de entretenimiento en los ratos de ocio. Quizás la única diferencia con los cuentos en castellano es la presencia que en los cuentos vascos tiene la Virgen María, mientras que en otras literaturas son más frecuentes las hadas.

Las leyendas en cambio, tienen más interés, ya que este género está basado en hechos reales, que se han ido transformando totalmente a lo largo del tiempo. Por eso, las leyendas están unidas a un lugar concreto del que toman referencias, de ahí que todos los relatos protagonizados por personajes de la mitología vasca estén situados en lugares concretos, conocidos y documentados, acompañados de referencias geográficas o históricas reales. No habrá leyendas sobre el Basjaun o las lamias, por poner dos personajes de la mitología vasca, que no estén ligadas a un lugar concreto. 


Las lamias y una de sus leyendas


Teatro:

La única muestra teatral perteneciente a la literatura tradicional son las mascaradas de carnaval, que solo subsisten en Zuberoa.

Sus personajes, representan, por un lado, diversos oficios y estamentos sociales y, por otro, algunos animales como símbolos de la naturaleza; y se dividen en dos bandos: los rojos, que representan a los suletinos y los negros, que hacen de extranjeros.
Las representaciones se desarrollan en un registro cómico, con partes habladas y partes gestuales. En las primeras, los rojos hablan en euskera suletino y los negros en francés o bearnés. Sus gestos escenifican batallas y parodias de los trabajos de los distintos gremios. Tanto los textos como los gestos se han ido repitiendo generación tras generación desde épocas remotas.


LA LITERATURA NO TRADICIONAL

Pertenecen a la literatura oral no tradicional, es decir, a aquella que se olvida nada más producirla el bertsolarismo y el teatro popular suletino.

El bertsolarismo consiste en la improvisación cantada de un discurso en verso que estará sometidos a una rima y a una métrica determinadas. Y es precisamente todo el discurso, toda la estrofa, lo que se conoce como bertso.
En cuanto a su origen, lo único que sabemos es que la primera muestra prueba que tenemos data del siglo XIX, aunque muy probablemente nació en la época del Neolítico, como muchas otras manifestaciones de literatura oral.
Puede relacionarse la bertsolaritza con muchas otras muestras de literatura oral del mundo, pero según los expertos en tradición oral en ningún lugar del mundo la literatura oral ha logrado la aceptación que tiene la bertsolaritza en el Euskadi.
Las estrofas más usuales son el zortziko y el hamarrekoa, de ocho y diez versos respectivamente; y pueden ser handia o txikia, según el número de sílabas de cada verso. Riman solo los versos pares, a la que se conoce con el nombre de “punto” y, a diferencia de la rima de las lenguas con acento de intensidad, en las que dicho acento marca el comienzo de la rima, el punto se basa en la homofonía desde el final del verso hacia atrás, de forma que cuanto mayor sea la homofonía más rico será el punto. Por tanto, la rima asonante no está permitida o se considera muy pobre.
El bertsolarismo ha sido siempre una de las manifestaciones de la literatura oral que ha gozado de mayor éxito de público. Antes lo más habitual era que se cantaran los bertsos en reuniones familiares, pero se tienen noticias de fiestas populares celebradas en los siglos XVIII y XIX en las que los bertsolaris eran escuchados por miles de personas, venidas, incluso, de pueblos vecinos.
En la actualidad esta popularidad se mantiene, como queda reflejado tanto en la afición del público incondicional como en la atención prestada a este fenómeno por parte de los medios de comunicación.

Un trozo de la película bertsolari, muy 
recomendable por su tratamiento de la bertsolaritza.


Cierra este repaso por la poesía oral vasca el teatro rural vasco, que se conserva únicamente en Zuberoa y en las comarcas colindantes de la Baja Navarra. Se divide en tres géneros: las pastorales, las farsas carnavalescas y las farsas chariváricas.

El género más extendido es el de las pastorales. Las representaciones de pastorales duran todo un día y su puesta en escena responde a pautas absolutamente tipificadas: los personajes que representan el Bien –cristianos y ángeles- visten de azul y mantienen posturas solemnes, y los que representan el Mal –turcos, satanes- van de negro y se comportan de manera torpe y escandalosa. Algunos estudiosos emparentan algunas de tales representaciones con los misterios franceses del siglo XV pero adaptados a un medio rural, sin embargo, los primeros testimonios de este tipo de teatro son del siglo XVII. Su repertorio, que podría pasar de las doscientas obras se clasifica en obras: religiosas, profanas, caballerescas e histórico – legendarias.

Imagen de una pastoral de Zuberoa.
Los que van vestidos de azul representan el Bien, y los que van vestidos de negro, el Mal

Las farsas carnavalescas, por el contrario, se reducen a tres: Baccus, Phanzart y Le jugement et la condamnation de Carnaval. Son piezas que solo se representan en Carnaval, al menos desde el siglo XVIII. Están basadas en obras teatrales francesas más antiguas y comparten algunos personajes con las pastorales.

Por último, las farsas chariváricas o astolasterrak están destinadas a criticar o condenar determinadas actitudes sociales que se salen de lo normal. En estas representaciones la comunidad se rige en acusación y ridiculiza, juzga y emite el veredicto contra quien ha osado a trasgredir la normalidad. Hay tres tipos de farsas chariváricas: galarrotsak (en Labourd y Baja Navarra), tzintzarrotsak (Soule), que son cencerradas y serenatas nocturnas acompañadas de coplas satíricas que se cantan junto a la casa del “inculpado”, y los charivaris diurnos, que reciben el nombre de astolasterrak o carreras de burros en Soule y tobera-mostrak en la Baja Navarra. Las farsas chariváricas tienen un prólogo y un epílogo y la actuación se divide en dos partes: la primera representa los motivos que han dado lugar al charivari, mientras que en la segunda se procede al castigo de los culpables. Son anteriores a la caída del Antiguo Régimen.



Las galarrotsak eran serenatas nocturnas para condenar
a aquellos que se salieran de la normalidad.
A través de http://www.unibertsitatea.net/blogak/kintana/tag/kabalkada/

miércoles, 22 de julio de 2015

UNA OPORTUNIDAD PARA USAR EL EUSKERA COMO LENGUA MATERNA EN APPLE

Hoy he recibido esta petición. Me dicen que en dos semanas
harán llegar las firmas a Apple y que de momento sólo han conseguido 9300. Por favor, firmadla y difundidla. 




Foto de la petición para Tim Cook en Change.org.





viernes, 17 de julio de 2015

¿QUÉ HACE UNA MADRILEÑA COMO YO EN UNA CULTURA COMO ESTA?


Yupiiii, hoy he debutado en la radio. En Onda Vasca. Querían a alguien que hablara de cultura vasca con pasión y sin meterse en política y han considerado que encajaba en el perfil. Quien me iba a decir a mí, cuando le daba la lata al profesor de euskera de la Complutense, ávida de saber más sobre mis raíces, que algún día acabaría hablando para la gente de Euskadi y de Navarra de aquello que aprendí. Un día uno empieza a escribir y nunca sabe quién le va a acabar leyendo. 

Pero para llegar hasta aquí, el camino ha sido largo y a veces complicado. Los nervios del debut y la brevedad del tiempo me han impedido contar bien la historia, que para mí no es la de "¿Qué hace una madrileña escribiendo sobre cultura vasca?" sino "¿Cómo sobrevive una madrileña dentro de la cultura vasca en un medio hostil?" (Hostil en aquel momento, que ahora las cosas están infinitamente mejor que hace unos años y se empieza a mirar a Euskadi más con curiosidad que con miedo o resentimiento). Como digo, no he podido expresarme bien, pero como se me da mejor escribir que hablar, voy a contarla como la siento de verdad. Sin nervios, sin preguntas y sin agobios de tiempo. 

Sirva esta entrada como homenaje a un gran mintzalaguna y mejor amigo por su enorme paciencia y por hacerme entender que solo importan las opiniones de las personas que te quieren de verdad y que los únicos caminos que cada uno debe seguir son aquellos con los que sueña. Sirva también como agradecimiento a su hermano, cómplice involuntario en su día, por desgracia, compañero de lágrimas y de emociones hoy. (Ojalá te hubiera podido conocer de otra manera). 

Allá va la historia que mandé a la radio (con unas mínimas modificaciones).  

Supongo que para la gente del País Vasco resulta extraño que una madrileña chapurree euskera o que sepa cosas de cultura vasca. O por lo menos esa es la sensación que tengo cuando hablo con gente de allí con la que no estoy habitualmente. Pero todo tiene una explicación.

Yo soy madrileña, pero mi abuelo era donostiarra y siempre crecí oyendo las ganas que le había puesto a aprender vasco y había escuchado algunas anécdotas de mi familia materna cuando subían a Gipuzkoa. No sé, supongo que algo de aquello se me quedó grabado, porque recuerdo que me fascinaba cuando en el cole nos hablaban de las lenguas de España y trataba de leer en euskera, aunque no tuviera ni idea de cómo se hacía. También en literatura, aunque no nos lo llegaron a explicar nunca, me leía con gran interés el tema de las otras literaturas españolas, que venía siempre al final del libro, y sobre todo lo que decía de Aresti. No es que fuera yo a buscar la información, pero si la tenía a mano, aunque no cayera en el examen, siempre miraba qué decía del euskera y de la literatura vasca.

Así siguió la cosa hasta que llegué a 2º de Filología Hispánica y tuve que elegir una asignatura de Libre Elección y entre el cuadernillo de asignaturas apareció una llamada “Cultura y civilización vascas” que se ajustaba muy bien a mi horario de aquel cuatrimestre. Así que me pareció una oportunidad estupenda para conocer un poco de dónde venía y cómo era la cultura de mis antepasados. Y cuando alguien tiene curiosidad y encima le cae un profesor tan apasionado por la materia como tuve yo, te refuerza. Además me tocó leer un libro (Desde aquí: Antología del cuento vasco actual, de José Luis Otamendi), que me permitió investigar temas muy diversos sobre la cultura vasca y que hizo que me picara aún más la curiosidad. Así que a partir de ahí acabé relacionando la Filología Hispánica con la cultura vasca siempre que podía. Que teníamos que hacer un trabajo para Poesía Española del siglo XX, yo analizaba los elementos vascos de la poesía de Jon Juaristi; que había que hacer uno sobre sociolingüística, pues yo investigaba sobre la convivencia entre el vasco y el castellano y así durante todo lo que me quedó de carrera (siempre que me dejaron, que había profesores que eso de hacer lo que se salía de lo típico lo llevaban fatal).

Pero llegó un momento en el que la bibliografía en castellano no me servía, se me quedaba pequeña, y tenía claro que aquel era el camino que quería seguir, porque era el que hacía que me sintiera más cerca de mi aitite, que ya no estaba. Así que decidí aprender también vasco. Y fue muy duro (por el contexto, no por la lengua), pero yo creo que si aún no me he perdido por el camino fue gracias a eso. Serían mediados de los 2000 más o menos. No recuerdo bien el año, pero sé que había pasado ya lo del 11M y ETA acababa de cometer uno de sus últimos atentados en Madrid y la gente estaba sensible hacia todo lo que sonara a terrorismo (y, en Madrid, debido a la manipulación de los medios de comunicación, vasco y ETA fueron casi sinónimos durante algún tiempo) e ibas a comprar cualquier cosa relacionada con Euskadi y te miraban mal. Recuerdo entrar en un centro comercial y pedir un diccionario de euskera y no os podéis imaginar cómo me miró el dependiente y con qué tono me respondió. Y en el metro pasaba más o menos lo mismo y en la facultad igual… Más tarde las cosas mejoraron muchísimo, pero aquellos no eran buenos tiempos para estudiar determinadas cosas.

Tuve muchísimas comeduras de cabeza por aquella época sobre si merecía la pena saber, no saber, si tiraba la toalla, si seguía. Con veintiún años que tendría yo por entonces te planteas muchas cosas. Además empezó el curso. Yo me había cogido aquel año Vasco I y Vasco II, que también se impartían en mi facultad, pero lo que yo creía que iban a ser clases de euskera, eran clases de gramática vasca (que no digo que no fueran interesantes, pero no es lo que esperaba) y me entró un bajón de campeonato. Pero como de verdad quería aprender, con mi tablita de casos, mi tablita de verbos, mi diccionario y un ordenador me metía todas las tardes a chatear en una sala del País Vasco e iba traduciendo las frases una a una, buscando cada palabra en el diccionario y luego viendo en qué caso las tenía que poner y buscando cómo iban los verbos.

Y en esas estaba cuando una tarde conocí a un chico de Abadiño, al que le costó muchísimo creer que una madrileña quisiera aprender euskera y que fuera capaz de juntar más de dos palabras seguidas, pero que cuando le conté la historia se emocionó y se quedó a mi lado para ayudarme y para apoyarme, hasta que se murió. Creo que sin él y sin todos los esfuerzos que hizo para quitarme los miedos y la vergüenza para que siguiera adelante, hubiera acabado tirando la toalla y me hubiera perdido muchísimas cosas bonitas que me ha acabado dando el euskera y la cultura vasca a lo largo de los años.

Al año siguiente de la desilusión, me matriculé en 1º de euskera en la Casa Vasca de Madrid y allí conocí a mucha gente, vascos y no vascos, algunos de ellos hoy muy buenos amigos y aprendí más sobre la cultura vasca, pero ya viviéndola y no sólo leyéndola en los libros y me han pasado muchas cosas bonitas desde entonces.

Hoy tengo treinta y dos años y empecé a estudiar cultura vasca a los diecinueve. Sigue siendo la cultura de mis raíces y aquella que me ayuda a recordar que mi amigo siempre estará conmigo, pero ante todo ya la siento como mía. Tengo muy buenos amigos vascos, me he enamorado de algún chico que otro de allí, he estudiado hasta cuarto de euskera, soy experta en cultura vasca por la UPV y estaba estudiando literaturas hispánicas (vasca, catalana y gallega) en la UNED hasta que tuve que dejarlo, en fin… Aunque he podido ir poco al País Vasco, casi en la mitad de mi vida he estado bastante en contacto con su cultura y su gente y aunque unos años pueda dedicar más tiempo y otros menos, no me imagino mi vida sin la cultura vasca.

¿Por qué empecé a escribir? Básicamente por amor. Me gustaba un chico de Bilbao y entre un amigo suyo, que era argentino y yo le teníamos traumatizado, porque sabíamos mucho más de cultura vasca siendo de fuera que él siendo vasco. Fue un intento de tratar de enseñarle  un poco, de que entendiera en qué mundo me movía y de explicarle por qué sabía las cosas que sabía. No sé si llegó a leer algo, pero bueno, me empezaron a llegar mensajes de gente del País Vasco y de Navarra que sí lo hacía y que me animaba a seguir por este camino.

Lo que más me gusta de todo lo que he vivido es la reacción de la gente de allí. Al principio era algo que me echaba para atrás. Siempre había escuchado comentarios de que la gente de allí no nos trataba bien y aún hoy me encuentro con gente que de primeras echa pestes de Madrid y de los madrileños.
Sin embargo, cuando aparece alguien que les rompe el tópico, que se ha acercado a su lengua y a su cultura con respeto, el trato es muy diferente. Me ha emocionado mucho cuando algún vasco me ha visto en las calles de Madrid con mis libros de euskera y se ha acercado a darme ánimos. O una vez que me escribió un chico de Bizkaia por una entrada sobre música que escribí y me dijo: “Llevo muchos años fuera de allí, pero al leerte me has hecho recordar muchas cosas. Gracias”. O el mes pasado, que escribí a un escritor vasco para darle las gracias por una dedicatoria que me puso en una feria del libro y que me ha ayudado mucho a lo largo de los años y me respondió con un mensaje realmente bonito. Creo que esas cosas no hay dinero que las pague y gracias a ser un poco rarilla me han pasado mil cosas de este estilo.

Pero si me olvido de la gente y de los buenos ratos y me centro en la cultura vasca y no en lo que ésta me ha aportado, sería más complicado elegir. Me gusta mucho la literatura vasca, ya que sea en el idioma que sea, siempre me han gustado mucho los libros que abordan problemas sociales y en la vasca la denuncia está muy presente. En música me gustan mucho las canciones de Ken Zazpi, que son ideales para llorar un poco y quedarse como nuevo o las de Alaitz eta Maider cuando necesito un poco de energía. También me fascinan los deportes rurales, aunque no tengo muchas oportunidades de verlos. Y espero encontrar tiempo algún día para apuntarme al taller de txalaparta y de bertsolaritza que se organizan de vez en cuando en la Euskal etxea.

En fin, no sé qué me deparará el futuro, pero sé que parte de mi vida presente, pasada y futura estará vinculada a ese camino que inicié en la Complutense hace trece años y que aquel angelito guardián me ayudó a no abandonar. Me han pasado ya demasiadas cosas bonitas siguiendo este camino como para que pueda pensar siquiera en abandonarlo. Y, en caso de que en un momento de locura se me ocurriera, las raíces ya son suficientemente profundas como para que fuera casi imposible la vuelta atrás.