lunes, 10 de agosto de 2015

EL RENACER DE LA LITERATURA VASCA. EL EUSKAL PIZKUNDEA

A partir del último cuarto del siglo XIX la literatura vasca comienza a tener un desarrollo sin precedentes, que terminará en el llamado Euskal Pizkundea, ocurrido entre 1930 y 1936, en el que aparecerán autores y obras que situarán a la literatura vasca, especialmente a la lírica, en el camino de la modernidad. 

Pero como siempre, todo esto está marcado por unas circunstancias y, en este caso, por una fecha importante: 1876. 

Ejército Carlista
Imagen sacada del blog Crónicas de la razón Pura
El siglo XIX supuso no pocos cambios con respecto a la centuria anterior. Uno de ellos fue el paso del tradicionalismo al liberalismo, En España estas disputas llevarán a las Guerras Carlistas, que se sentirán con especial fuerza en el País Vasco. En 1876 acaba la tercera Guerra Carlista y, como consecuencia, se abolen formalmente los Fueros, lo que despertará la conciencia sobre la necesidad de salvaguardar elementos culturales diferenciadores como la lengua vasca. Esto llevará a una revitalización cultural y literaria, que desembocará en el Euskal Pizkundea y en el nacimiento de muchas instituciones culturales, algunas de ellas vigentes hoy.


Otro de los acontecimientos históricos que tendrá un gran impacto en la vida cultural del País Vasco es la industrialización, especialmente de Bizkaia y un poco más tarde de Gipuzkoa. La prosperidad económica que traería la siderurgia, a la que habría que añadir la generada por la minería y los astilleros facilitó el desarrollo de iniciativas culturales diversas, entre las que hay que destacar la celebración del I Congreso de Estudios Vascos en 1918 y la fundación ese año, y como consecuencia del mismo, de la Sociedad de Estudios Vascos o Eusko ikaskuntza y de la Academia de la Lengua Vasca o Euskaltzaindia.

Periódico Euzkadi
órgano de difusión del PNV entre 1913 y 1937
Publicó varias obras en sus páginas en euskera. 
Los incesantes vaivenes políticos acaecidos en el siglo XIX provocaron el nacimiento del periodismo en euskera, polarizado por la ideología antiliberal. Entre las diversas publicaciones, podríamos citar Escualduna y la revista Euskal-erria, que tuvieron gran importancia, ya que en ellas comenzarían su labor buen número de escritores vascos, tanto continentales como peninsulares. También hay que citar el diario nacionalista Euzkadi, publicado entre 1913 y 1937, que sirvió de base para la publicación por entregas de muchas obras literarias, 


Pasando ya a la literatura propiamente dicha, podríamos afirmar que de todos los géneros que se cultivaron en este periodo, el más importante y abundante fue la poesía, entre otras razones gracias a los certámenes poéticos incluidos dentro de los Juegos Florales que comenzaron a celebrarse a partir de 1851 en el norte, por iniciativa de Antoine d’Abbadie, y desde 1879 en el sur, impulsados por José Manterola, y que propiciaron las relaciones entre escritores de ambos lados de los Pirineos. Estos juegos crearon un clima cultural que sentó las bases del gran desarrollo literario posterior. 

Los Juegos Florales estaban planteados como fiestas alrededor de diversos motivos vascos, uno de los cuales era el concurso de composiciones poéticas, al que desde 1875 se añadirá el de narración. Entre los premiados en estos certámenes podríamos citar, entre otros a Elissamburu, Arrese Beitia, Iraola…

De forma tangencial a los Juegos Florales surgieron también varios poetas que aportaron elementos propios del romanticismo. Estamos hablando de Eusebio María Azkue, Bilintx; José María Iparraguirre y “Etxahun”. De todos ellos el más influyente fue Bilintx, bertsolari y poeta especialmente dotado para la poesía amorosa que escribía con gran humor e ironía. 

Triste bizi naiz, poema de Bilintx
musicalizado por Oskorri

El clima poético generado por los Juegos florales acabó desembocando en el Euskal Pizkundea, que vendrá marcada por la nueva preceptiva formulada por Sabino Arana en su obra Lecciones de Ortografía del Euskera Bizkaíno, que empezó a ser aplicada por Luis jauregi “Jautarkol” en su poemario Biozkadak (Corazonadas), en 1929.

José María Aguirre "Xabier Lizardi"
Hacia 1930 la lírica en lengua vasca conoció su época de esplendor gracias a la iniciativa de un grupo de escritores vascos liderados por el sacerdote José Ariztimuño, “Aitzol”. Partía este escritor de la idea romántica de que la poesía es el vehículo primitivo y natural de expresión del pueblo, del sentir natural, por lo que mediante la asociación cultural Euskaltzaleak, fundada en 1927, promovió la organización anual del Euskal Olerti – Eguna (Día de la poesía vasca), a partir de 1931. Los ganadores de las dos primeras ediciones de este certamen, que acabaría truncado por la guerra, resultarían ser los poetas más emblemáticos de este periodo: el vizcaíno Esteban Urkiaga “Lauaxeta” y el guipuzcoano José María Aguirre “Xabier Lizardi”, otro poeta importante, Nicolás Ormaetxea “Orixe”, ganó el segundo premio en la primera edición. Este fue el origen del Euskal Pizkundea. A partir de aquí los éxitos se sucedieron. 

Nicolás Ormaetxea "Orixe"
El zarauztarra Lizardi participó en la creación de la asociación “Euskaltzaleak” y en otras muchas actividades hasta que le sorprendió una muerte prematura; fue el mejor poeta lírico de los tres, como demuestra en su obra Bihotz – begietan, cumbre de la lírica en euskera. Lauaxeta, que murió incluso más joven que Lizardi, fue el gran modernizador de la poesía vasca; su obra mezcla la tradición popular con las vanguardias, lo que le hace similar a Gacía Lorca. Por último, Orixe, fue el más clásico de los tres. 


Esteban Urkiaga Basaraz, Lauaxeta


El Euskal Pizkundea cayó en crisis cuando se comprobó que los poetas más importantes no llegaban al gran público por ser demasiado crípticos y por estar demasiado alejados de la lírica tradicional. Sin embargo, este movimiento fue importantísimo para revitalizar la vida cultural y discutir qué caminos se querían tomar. Aunque poco tiempo después la Guerra Civil Española acabaría con todo ello. 

En narrativa encontraremos muchas obras cuyas intenciones eran reflejar las costumbres de la época y defender la vida tradicional. Txomin Agirre iniciará la novela del siglo XX, con su novela histórica Auñemendiko Lorea y las ya costumbristas Kresala (1906) y Garoa (1912). A Txomin Agirre le siguió José Manuel Etxeitia, quien a su regreso al País Vasco tras una vida llena de aventuras en el extranjero, comenzó a escribir cuentos, artículos, a realizar traducciones... y acabaría con dos novelas también costumbristas pero llenas de humor: Josecho (1909) y Jaioterri maitea (Querida tierra natal, 1910). Agustín Anabitarte y Toma Agirre continuaron la línea de los anteriores, pero ya en la época del Euskal Pizkundea

Y mientras los escritores anteriores hacían relatos para adultos, Kirikiño, Gregorio Mujika, Pedro Miguel Urruzuno, etc. se dedicaron a educar a los niños vascos mediante narraciones cortas, de fácil lectura y a veces con gran sentido del humor, algunas de las cuales muy conocidas hasta por los niños actuales. Entre ellos, hay que hacer especial mención a Ixaka López – Mendizabal, que además de escribir libros infantiles tan famosos como Xabiertxo, se encargó de publicar los libros que se utilizaron en las primeras ikastolas, allá por los años veinte. 


En el teatro, a finales del siglo XIX y coincidiendo en tiempo y lugar con el nuevo impulso que recibió la cultura vasca alrededor de la ciudad de San Sebastián, se vivió una renovación para homologarlo con formas más o menos contemporáneas. El iniciador de la renovación fue Marcelino Soroa, que se estrenó con la obra Iriyarena, una zarzuela costumbrista que relata con humor la vida del casco viejo donostiarra de la época y con la que obtuvo gran éxito. A Soroa le siguió Victoriano Iraola, autor de obras costumbristas y organizador de certámenes teatrales que ayudaron a impulsar el género. Serafín Baroja, el padre de Pío, fue otro de los grandes escritores teatrales del momento, con óperas y zarzuelas de desigual éxito. En Vizcaya Resurrección María Azkue desempeñó un papel similar al que desarrollaron los autores anteriores en Gipuzkoa. 

En el siglo XX se intensificó esta renovación y el número de obras tanto representadas como publicadas fue en aumento. Las representaciones se extendieron desde San Sebastián hasta el resto de Gipuzkoa y más tarde hasta Bizkaia. En el plano institucional hubo dos iniciativas que fueron fundamentales para este desarrollo vertiginoso: la Cátedra Municipal de Declamación Euskara – Euskal Iztundea, creada en 1915 por el ayuntamiento donostiarra y dirigida por Toribio Altzaga y Euskaltzaleak, que a partir de 1934 empezó a organizar el Euskal antzerti Eguna (o Día del teatro vasco). En Bizkaia se creó una red de teatros, para poder llevar las obras a muchos teatros vizcaínos. Mientras tanto, la situación en Francia estaba a años luz. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario